Editorial

Los Acuerdos de Paz de Chapultepec fueron un conjunto de acuerdos firmados el jueves 16 de enero de 1992 entre el Gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en el Castillo de Chapultepec, México, firma que puso fin a doce años de Guerra Civil, que dejó más de 85 mil muertos.

En 1989, tras la intervención de Naciones Unidas,​ se iniciaron negociaciones que arrojaron acuerdos concretos para la salida consensuada al conflicto. Se nombraron comisiones negociadoras por ambas partes y se estableció una agenda para tratar los puntos álgidos por resolver.​

El documento final de los acuerdos se dividió en 9 capítulos que abarcan 5 áreas fundamentales: modificación de las Fuerzas Armadas, creación de la Policía Nacional Civil, modificaciones del sistema judicial y la creación de la Defensoría de los Derechos Humanos, modificación del sistema electoral y adopción de medidas en el campo económico y social.

Hasta aquí todo estaba bien, y millones de salvadoreños pensaron que las cosas iban a cambiar, que sus derechos serían respetados, que el progreso vendría, pero han pasado 31 años y hasta ahora se ven algunos cambios.

El presidente Nayib Bukele ha sostenido que “La Guerra fue una farsa, y los acuerdos de paz también”, pero creemos que el mandatario se equivoca, prueba de ello es que él fue miembro del FMLN porque creyó, y posteriormente renunció. Bukele le cambió nombre a los Acuerdos de Paz y les llamó el Día de las Víctimas del Conflicto Armado, algo que no compartimos.

En los 31 años de guerra, 75 mil personas fueron asesinadas y otras 10 mil fueron desaparecidas. Así lo reconoció la ONU, en su informe de la Comisión de la Verdad titulado “De la Locura a la Esperanza”, una esperanza que nunca se cumplió.

Luego de la firma vino la época para que las familias de derecha, cercanas al régimen de ARENA, se enriquecieran. Pero los altos dirigentes del FMLN no se quedaron atrás, también llenaron sus bolsillos y jamás se acordaron del pueblo que siguió sufriendo, hambre, represión, falta de empleo, salarios injustos y falta de respeto a los derechos humanos.

Han pasado 31 años desde la firma de los Acuerdos de Paz, que son un legado para los miles de salvadoreños muertos, mujeres, niños y gente humilde que perdió la vida en ese abominable conflicto, que no sirvió para nada, tal vez por eso el presidente Nayib Bukele no les da importancia, pero para miles de connacionales si son recuerdos que nunca se borraran de su memoria, los Acuerdos de Paz, son en honor y respeto para esos mártires.

Que los Acuerdos de Paz fueron traicionados por muchos altos dirigentes del FMLN, eso es otra historia y por eso tendrán que pagar, ahí si estamos de acuerdo con el presidente, los traidores deben ir a la cárcel, porque se burlaron de la sangre de la familia salvadoreña.

Ahora, 31 años han transcurrido y como dicen algunos son “una ruta a la democracia”. Más de 85 mil fueron las víctimas de la guerra civil y en honor a ellos son los Acuerdos de Paz.

Ahora, el FMLN, que se está muriendo y lucha por sobrevivir sostienen que el gobierno de Bukele podría llevar al país a un “estallido social”, pero están equivocados, los salvadoreños ya no somos tontos, ya avivamos a fuerza de golpes,  dolor y sufrimiento y vamos en la construcción del Nuevo El Salvador, con paz y justicia social.