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Por Carlos Driótez
El alcalde de San Salvador, Mario Durán, está remodelando el centro histórico de San Salvador, lo cual está bien, pero le falta creatividad y en su afán de cumplir con su objetivo, está dañando a un sector que no solo pertenece a la clase más pobre del país, sino que forma parte de la promoción de la cultura nacional vendiendo libros usados en el centro capitalino.
El jefe edilicio señala que estos puesto obstruyen el paso de las personas que transitan por la 3ª Calle Oriente, el Pasaje Cabañas y la Avenida Monseñor Romero, donde hay más de 100 puestos de venta, y les ha dado 72 horas para que se retiren del lugar.
El pasado 7 de junio la alcaldía de San Salvador convocó a los comerciantes de los alrededores de la ex Lotería Nacional de Beneficencia para notificar del próximo retiro de comerciantes, pero no les dio otra opción para continuar con sus ventas.
En el lugar hay vendedores de libros usados, algunos de esos ejemplares son reliquia en la cultura editorial, pero debido al anuncio del alcalde ahora están embolsando obras literarias para venderlas a las recicladoras, además de rematar los libros a precios especiales.
Algunos vendedores como los de libros usados han buscado rentar locales para seguir con sus ventas, luego que sean retirados de la 3a calle Oriente.
Es ahí donde al alcalde Durán le faltó “cerebro” porque debería tomar como ejemplo a otros países más avanzados que el nuestro, donde existen lugares donde la gente y turistas compran estos ejemplares.
Además sería algo bonito, cultural y de interés para los salvadoreños y turistas extranjeros que podrían visitarlo y comprar libros muy buenos como un recuerdo de su visita al nuevo San Salvador.