Agencias
La irrupción de Irán en la guerra abierta en Oriente Próximo abre un enorme abanico de posibilidades de hacia dónde puede evolucionar el conflicto que podría dar origen a una tercera guerra mundial, ya que Estados Unidos ha expresado su apoyo directo a Israel.
La primera y más preocupante en lo económico es que, en respuesta, Israel lance un ataque sobre infraestructuras clave en la hoy engrasada cadena de exportación de petróleo iraní. Esa opción, adelantada el miércoles por el medio digital estadounidense Axios, no solo dañaría la principal vía de ingresos del régimen.
El presidente Joe Biden compareció sorpresivamente en la Casa Blanca ante los periodistas, que le preguntaron sobre posibles ataques de Israel a instalaciones petroleras iraníes. El mandatario sugirió a Israel buscar alternativas y no atacar a Irán.
Cuando Irán disparó esta semana más de 180 misiles balísticos contra Israel en represalia por los asesinatos israelíes de los líderes de Hamás y Hezbolá, a algunos les sorprendió la contundente respuesta de Teherán.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció inmediatamente que su país tomaría duras represalias. Mientras su gabinete de seguridad se reunía a última hora de la noche, Netanyahu declaró: “A quien nos ataca, nosotros le atacamos”.
La Administración Biden condenó enérgicamente la agresión de Irán y reiteró su compromiso de defender a Israel. La Casa Blanca aseguró que Irán sufriría “graves consecuencias”, aunque el presidente Joe Biden instó a no atacar las instalaciones nucleares iraníes.
Entonces, ¿cómo podría ser la represalia de Israel? ¿Es probable una guerra a gran escala entre Irán e Israel, y quizás incluso Estados Unidos?
Una guerra regional

Una guerra regional ya no es inminente: está aquí. El conflicto que comenzó en Gaza hace casi un año se ha extendido por todo Oriente Medio, con Israel luchando contra países y grupos alejados de sus fronteras. También tiene implicaciones mundiales.
Como demuestra el ataque iraní de esta semana, el conflicto se ha convertido en un enfrentamiento directo entre Israel y sus aliados occidentales, por un lado, e Irán y sus representantes, respaldados por Rusia y China, por otro.
Washington ha desempeñado un papel clave en suministrar a Israel ayuda militar y cobertura diplomática, mientras que Moscú se ha comprometido a enviar a Irán aviones de combate y tecnología de defensa aérea. También está comprando armas iraníes para su propia guerra en Ucrania, proporcionando a Teherán los recursos económicos que tanto necesita.