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(AFP) – Donald Trump visitará este viernes la zona de Los Ángeles que ha sido devorada por las llamas, en la costa oeste de Estados Unidos que todavía no totaliza el letal saldo de la tragedia, con más de 25 muertos hasta ahora.
La promesa del entonces saliente mandatario demócrata Joe Biden de recibir apoyo financiero de Washington para levantarse de las cenizas, se pone en duda por Trump.
Pero Trump, quien regresó a la Casa Blanca el lunes y enfrenta en California a un bastión de resistencia política, acusa sin fundamentos al estado de administrar mal sus recursos hídricos al punto de haber puesto en riesgo el combate contra las llamas.
La acusación, desestimada por expertos, es utilizada por el mandatario como un arma retórica para condicionar ayudas federales.
«No creo que debamos darle a California nada hasta que dejen correr el agua», dijo nuevamente el miércoles en una entrevista con Fox News.
De paso, el republicano firmó un decreto que impide a su administración conceder ayudas financieras a las ciudades que se declaren «santuarios» de inmigrantes, como Los Ángeles, gobernada por la alcaldesa demócrata Karen Bass.
En la práctica, que una urbe se declare de esa manera se traduce en una negativa de las fuerzas del orden público a colaborar con el gobierno federal en la persecución de migrantes sin documentos para estar en el país.
En este tenso contexto, quienes lo perdieron todo en los salvajes incendios de Eaton y Palisades manifiestan incertidumbre por la vuelta de Trump a la Casa Blanca.
«No puedo imaginar que el gobierno vaya a dejar a tanta gente y comunidades destruidas sin ayudarlos», dijo Sebastian Harrison, cuya casa en la hermosa línea costera de Malibú fue carbonizada.